No es casualidad que la Masia sea una especie de mina de oro para el Barça. Tampoco que las mejores épocas del club se hayan cimentado sobre plantillas de la casa. Todo esto tiene una explicación en forma de trabajo de base y metódico.
Lamine Yamal empezó a jugar en el Barça con el equipo prebenjamín -siete años-, algo que hicieron un año antes Héctor Fort y Marc Guiu. Pau Cubarsí empezó en la cantera en edad alevín. En definitiva, todos empezaron vistiendo de blaugranas en fútbol-7.
Otros centrocampistas como Bernal, Pau Prim, Guille o Toni -nombres de los que se espera mucho en un futuro- también se formaron desde prebenjamines. Jugadores influyentes como Gavi, Balde, Nico, Ansu Fati, Ilaix Moriba, Mingueza o Eric García también empezaron jugando a fútbol-7 en el Barça.
Fútbol-7
De los 17 equipos masculinos de fútbol del Barça, nueve son de fútbol-7. Además del prebenjamín, hay cuatro equipos benjamines y cuatro alevines, una apuesta de club. El coordinador de fútbol-7 es Marc Serra, y junto a José Ramón Alexanko y Toni Hernández -dirección del fútbol formativo- conocen la importancia de captar en edades tempranas.
Consideran clave hacer las incorporaciones adecuadas con jugadores de entre siete y 12 años. Los futbolistas con talento que puedan sumar desde tan pronto entrenamientos y partidos con la filosofía Barça multiplican su rendimiento.
Una diferencia clave
La mayoría de clubes de primer nivel apuestan por un buen equipo filial y un juvenil con jugadores de proyección. Por el contrario, el Barça tiene una mirada más larga que comienza en el fútbol-7. De esta manera, los blaugranas llegan a las edades decisivas con ese 'ADN' ya integrado.
Con esto, un jugador tan habilidoso como Lamine Yamal sabe perfectamente cuándo debe seguir regateando o cuándo pasar. La correcta toma de decisiones es fundamental para el Barça, algo en lo que destaca igualmente Pau Cubarsí, que supera líneas con facilidad filtrando pases.
La inteligencia táctica no se nota solo con lo que hacen, también con lo que no hacen. Casos como el de Fermín o Héctor Fort, quienes no destacan tanto por su talento natural, son importantes por conocer sus limitaciones. No buscar extravagancias y simplificar el juego son señales de gran madurez futbolística que se aprenden desde abajo.