No cabe duda de que todo el barcelonismo pudo descansar con una sonrisa de oreja a oreja tras la fundamental y agónica victoria del cuadro azulgrana en París. Pese a que la llave de los cuartos de final de la Champions aún no ha terminado, el Parque de los Príncipes fue el escenario de una redención necesaria en Europa. El Barça, después de años, volvió a festejar en el continente tras infinidad de penurias y noches amargas que dejaron aquella sensación de desazón en la afición culé.
Aunque solo sea una victoria, FC Barcelona de Xavi sigue dejando 'granitos' de ilusión de cara a un objetivo mucho mayor y, sin duda, dificultoso. No obstante, y fuera de lo que será la vuelta de los cuartos o un potencial cruce por semifinales del certamen, el Barça gozó de una jornada maravillosa en todo sentido. El lavado de cara del cuadro catalán fue notorio: un Barcelona sólido e impetuoso se volvió rey en un jardín francés de eternos príncipes en la Champions League.
Unión en el entorno
Como pocas veces se ha visto, el Barça se mostró unido en todo sentido: afición, directiva y cuerpo técnico. Ciertamente, no es algo usual pero sí de suma importancia. Desde la trágica derrota ante el Villarreal a inicios de año, el equipo ha pasado de no tener rumbo a seguir consolidándose y darle alegrías a la hinchada en el proceso.
Tras el fundamental encuentro en Francia, Laporta y compañía, notablemente alborozados, bajaron al césped del Parque de los Príncipes. Posteriormente, el presidente se dirigió a los vestuarios para compartir el triunfo. El fraternal cruce entre Laporta, Xavi y la plantilla quedará como prueba del jubiloso momento que atraviesa el club catalán tras numerosos momentos adversos a lo largo de la temporada.
No es para menos, pues la actuación del Barcelona ante el PSG es el ejemplo perfecto de ello, así como una potencial liberación de los fantasmas que perseguían al equipo culé. Con la remontada parisina en apenas dos minutos (del 0-1 al 2-1), el aficionado azulgrana ya se imaginaba los peores escenarios: una cuesta abajo irrefrenable con el segundo tiempo por disputarse. Esta vez no fue así, sino todo lo contrario: una reacción a lo grande, sumado a un juego cautivador y gran categoría, sellaron el gozo en un entorno que sabe sufrir.
Esto no ha acabado
La alegría es inmensa, pero es igual de correcto mencionar que la llave no está definida y que restan noventa minutos por disputarse en Estadio Olímpico Lluís Companys. Plantilla, directiva y comando técnico coincidieron tras el pitazo final en París: prudencia absoluta y, al día siguiente, rebajar toda euforia. Esto es la Champions League, lo que significa que un gol de diferencia nunca es suficiente y que todo duelo, aunque se juegue en casa, será muy complicado.
Las labores no están hechos en su totalidad y el mensaje interno es de mantener los pies sobre la tierra. Y es que ante equipos de gran calidad, costará corroborar el pase a las semifinales del certamen europeo. Aunque el equipo está muy metido en la eliminatoria y en lo que será la vuelta, la calma vuelve a reinar en el vestuario.