Los sueños son la frontera entre la realidad, aquello que deseamos y nuestros mayores miedos. Xavi entendió perfectamente el sentir culé al decir que "es momento de soñar" tras cerrar en el Metropolitano la mejor semana de la temporada.
La afición del Barça, ilusa y necesitada a partes iguales, ha soñado durante todo el curso con un 'punto de inflexión' que nunca llega por arte de magia. Ante su impaciencia y prisa, el fútbol y la vida -si es que se pueden separar- no tardaba en devolverle a la realidad.
El ejemplo más reciente fue San Mamés. En 'La Catedral', un incapaz Barça alcanzó el clímax de su mediocridad y desaprovechó los pinchazos de Madrid y Girona. Ha sido una constante: cada vez que alguien se ilusionaba, el equipo nos recordaba dónde estábamos.
Sin los sueños no somos nada
No hay peor manera de empezar el día que despertándonos antes del mejor momento de un sueño. Porque levantarse siempre duele, pero más aún cuando lo que te espera es el tedio insoportable del día a día. Es lo que ha sido el Barça durante la temporada, convertido en un lunes por la mañana o en un domingo por la tarde constante.
El equipo no hacía soñar, sino que nos adormilaba con un juego plano y previsible. En las últimas semanas, las bajas han obligado a un acomodado Xavi a salir de su rutinario De Jong-Pedri-Gündogan. Y ha salido bien, con actores secundarios como Fermín o Sergi Roberto rindiendo a un nivel superior al esperado.
El equipo no es una oda al fútbol, pero nadie se lo exigía. Sí que se ha reencontrado con la solidez que le dio la Liga del año pasado y se ha desprendido ligeramente de su complejo europeo. Y gracias a ello, el culé puede imaginarse escenarios utópicos relacionados con el número 6.
Unos meses para disfrutar
Cuando nos sentamos a ver un partido, a veces lo único que necesitamos es olvidarnos de otras cosas durante dos horas. Con el Barça ni siquiera pasaba porque el juego, las ruedas de prensa o una convocatoria podían ser motivo de cisma. Ahora la situación ha cambiado, e incluso los que juegan parecen bracear menos y sonreír más.
El culé está encantado de poder pasarlo bien viendo a su equipo y de tener motivos para soñar. En Liga hay vida hasta que la visita al Bernabéu demuestre lo contrario y en Europa, confiamos en mirar de tú a tú al PSG. Hasta que abril pase, queremos seguir soñando o, al menos, posponer la alarma.