Los de Roger Grimau llegaban anoche al Palau con todo a favor para conseguir un billete a la Final Four. Pese a ir por delante en el marcador en gran parte del encuentro, no pudieron remontar un parcial de un Olympiacos muy enérgico. De esta manera tan amarga, se quedan sin Berlín.
La serie ante Olympiacos fue ceñida, menos en el cuarto partido en Grecia. Este era, por lo tanto, una incógnita para ambos equipos. Que se llevan los de Bartzokas y se medirán ante el Real Madrid en las semifinales.
La otra semifinal se disputará entre el Panathinaikos y el Fenerbahce.
Los culers toman el mando
El quinto partido en el Palau empezaba con un público volcado minutos antes de la presentación de los jugadores. Los Dracs levantaban a los aficionados y daban un plus a su equipo. Que salía como nunca.
Ofensivamente, Laprovittola se lucía desde el triple. Destacaba sobre todo la defensa de los de Grimau. Robaban balones y los griegos no los veían venir (10-5).
Empezaba a caldearse el ambiente tras una antideportiva de Willy. McKissic, a quien avisaban de técnica, decidía desafiar al público. El primer asalto terminaba con un resultado favorable al Barça y Jabari jugándose un triple desde la distancia (12-9).
El partido no iba a ser nada fácil. Ambos equipos lo estaban dando todo en la pista. Pero seguía habiendo un dominante claro, los culers.
El resultado empezaba a ajustarse tras el poderío de Milutinov cerca del aro. Al ataque del Barça le faltaban soluciones que no fueran precipitadas. Los equipos se marchaban al descanso con todo por decidir en la segunda parte (27-25).
Final amargo en el Palau
Nada cambiaba tras el paso por los vestuarios. Y Laprovittola lograba un parcial de 8-0 para los suyos otra vez con su actuación desde el exterior. Empezaban también las decisiones arbitrales muy cuestionables que castigaban al Barça con muchas faltas.
El Palau también se enfadaba y los jugadores lo transformaban en puntos (40-36). Faltaban 2 minutos de cuarto y los griegos tan solo habían sido amonestados con dos faltas.
El Barça tendría que luchar el último cuarto como si fuera una final. El resultado estaba entablado (40-40).
La anotación de ambos equipos seguía siendo baja, pues la intensidad defensiva no se reducía. El Barça mandaba, pero debía jugar hasta el final sus posesiones. Todas terminaban de manera precipitada.
Los nervios se podían sentir desde la grada. Faltaban 5 minutos y no había nada sentenciado. Un triple de McKissic adelantaba a los suyos (47-49).
En un abrir y cerrar de ojos, los griegos habían conseguido su máxima ventaja del partido (49-57).
Faltaban dos minutos y el Barça no quería tirar la toalla, pero no había soluciones en ataque. Abrines intentaba la remontada, a pocos segundos de terminar.
Pero la gente empezaba a marcharse. Se había evaporado la ilusión de luchar por la Euroliga.