La lista de futbolistas que no llegaron a cumplir las expectativas creadas sobre su carrera es interminable. Aparecen de la nada, despuntan mostrando todas y cada una de sus cualidades, pero más tarde un sinfín de detalles pueden echar por tierra una progresión que se auguraba estratosférica. Por desgracia, nuestras retinas se quedan prendadas de aquellos que sí llegan a lo más alto, de los que han esquivado todos los obstáculos en su ascenso a la cumbre, para mantenerse en la élite el mayor tiempo posible. Y tienden a olvidar a los que se quedaron por el camino, ya fuera por las lesiones, un estilo de vida poco compatible con el deporte profesional o simplemente por un estancamiento en su rendimiento.
Por lo general, los culpables de que esto suceda somos nosotros. Los periodistas nos encargamos de venderle al lector que cierto delantero es el nuevo Messi. O que un centrocampista en concreto es el nuevo Xavi. Colgándole al jugador en cuestión un cartel que, sin él ser consciente de ello, pesa toneladas. Un caso flagrante es el de uno de los jugadores más prometedores del FC Barcelona en los últimos años. Ansu Fati irrumpió en el día a día de la entidad azulgrana de una manera más que prometedora. Tirando abajo de una patada la puerta del primer equipo, en una época además en la que el barcelonismo empezaba a necesitar urgentemente un nuevo ídolo.
Joven, canterano, con desparpajo y con gol. Ansu cumplía todos los requisitos para llegar a marcar una época en Can Barça, pero como hemos dicho antes, el camino al éxito está plagado de minas. En su caso, las lesiones y un entorno familiar que no le ha favorecido en nada, han sido unos lastres demasiado pesados para que su progresión fuera la esperada. Pero el destino parece haberle dado una segunda oportunidad, y en pocos días estará a las órdenes de manera oficial de un entrenador que parece haberle devuelto la ilusión al barcelonismo. Sin duda, una gran parte de la afición tiene una idea clara en su cabeza; si alguien puede recuperar al mejor Ansu ese es Hansi Flick.
El inicio soñado por cualquier futbolista
La irrupción de Ansu Fati en el panorama futbolístico internacional fue de las que no se olvidan. Se convirtió en el segundo jugador más joven en debutar con el primer equipo, al hacerlo con tan solo 16 años y 298 días. 6 días después de su debut, conseguía marcar su primer gol como profesional, convirtiéndose gracias a ese tanto en el futbolista más joven de toda la historia del Barça en marcar en Primera División y el tercero en la historia de la Liga. Esa misma temporada, dos semanas más tarde, tuvo sus primeros minutos en Champions, ni más ni menos que en el Signal Iduna Park de Dortmund, pasando a ser el jugador más joven del club catalán en debutar en la Liga de Campeones.
Como colofón a todos estos récords de precocidad, a finales de 2019 se erigió como el goleador más joven en la historia de la Champions League, al anotar el 1 a 2 en un Inter de Milán - Barça disputado en tierras italianas. Una progresión que inicialmente parecía meteórica y que se vio frenada por la lacra de muchos futbolistas, unos problemas físicos que le acompañarían en las siguientes temporadas.
Un rosario de lesiones
El inicio del calvario que han supuesto los problemas físicos para Ansu Fati se remonta a sus primeros años corriendo tras un balón. Cuando militaba en el infantil A del FC Barcelona, alternando partidos ya con el cadete B, sufrió una rotura de tibia y peroné que le obligó a estar varios meses alejado de los terrenos de juego. Años más tarde, poco tiempo después de haber irrumpido con fuerza en la dinámica del primer equipo, una dura entrada de Aissa Mandi en un duelo frente al Real Betis le provocó la rotura del menisco interno de su rodilla izquierda, pasando hasta en tres ocasiones por el quirófano.
Tras 305 días de baja Ansu volvió a los terrenos de juego, pero ya muy alejado de la brillante versión que le conocimos. Para más inri, las lesiones óseas dieron paso a los problemas musculares, padeciendo dos roturas en el bíceps femoral en noviembre de 2021 y en enero de 2022, estando en ambos casos más de dos meses convaleciente. Ya en el Brighton, el canterano culé se produjo una lesión en el gemelo que lo mantuvo cerca de 90 días alejado del verde. Y por último, al inicio de la pretemporada en la campaña actual, con el reto en mente de hacerse un hueco en el equipo de Flick, volvió a caer lesionado esta vez en la planta del pie, un percance del que ya se ha recuperado.
Tiene cabida en el ataque de Flick
Si Ansu recupera el nivel mostrado en sus inicios le vendría de perlas al Barça de Flick. Tras el culebrón de Nico Williams, saldado con la continuidad del futbolista de Athletic en su club, el conjunto azulgrana ha quedado cojo en el extremo izquierdo. Raphinha se está desempeñando bien en dicha posición, pero no deja de ser un parche, ya que su perfil favorito es precisamente el costado contrario. Y Ferrán Torres también participa en dicha demarcación, pero muy alejado del nivel de desequilibrio que necesita el equipo en el plano ofensivo. Por lo que el retorno del mejor Ansu le supondría a esta parcela del campo un plus de calidad que sería bienvenido.
El joven delantero azulgrana también puede desempeñar las funciones de 9. Un delantero centro muy distinto a Robert Lewandowski, menos físico y más móvil, con mayor participación en el juego colectivo que el polaco. E incluso una vía por explorar es la del mediapunta, ya que Ansu Fati es un jugador que también sabe moverse muy bien entre líneas, y con una facilidad elogiable para el disparo lejano, cualidad con la que ha anotado un número importante de goles en su carrera. En un año cargado de partidos y con una plantilla más corta de lo habitual, la presencia de un buen Ansu sería una gran noticia, en todos los sentidos, para el ataque culé.