El Atlético de Madrid había puesto la mira en un joven talento que promete marcar una era en el fútbol español. La dirección deportiva rojiblanca consideraba que su llegada sería un golpe de efecto en el mercado y un refuerzo de presente y futuro. Las conversaciones habían arrancado con optimismo, pero todo cambió cuando las cifras empezaron a sobrevolar la operación.
Desde el Metropolitano había voluntad de cerrar el acuerdo, sin embargo, las pretensiones económicas del club vendedor hicieron saltar por los aires cualquier entendimiento. La cantidad que exigían desde el Camp Nou era muy superior a lo que la entidad colchonera estaba dispuesta a poner sobre la mesa. La diferencia entre lo que uno pedía y lo que otro ofrecía era insalvable.

Joan Laporta no dudó en fijar un precio muy alto, convencido de que el jugador en cuestión es una pieza estratégica para el presente y futuro de la plantilla azulgrana. Desde el Atlético, la lectura era diferente: la cifra exigida no se correspondía con el margen salarial ni con la realidad del mercado. Y así, el fichaje se congeló.
El Barça no cede al Cholo
La operación, que parecía encarrilada en sus primeros contactos, se vino abajo de forma repentina. En el seno del club madrileño había garantías de minutos y protagonismo para el futbolista. Pero la barrera económica se convirtió en un muro imposible de derribar, el deseo de ambas partes de llegar a un acuerdo se topó con la lógica financiera.
En medio de la negociación, el propio jugador también tuvo un papel importante. Aunque conocía de primera mano las condiciones que le ofrecía el Atlético, su prioridad siempre estuvo clara. Quería seguir defendiendo la camiseta azulgrana y demostrar que tiene hueco en los planes del entrenador.
Simeone no puede con Laporta
Se trata de Fermín López, el canterano culé no tiene intención de salir, salvo que el propio club le abra la puerta. En ese escenario, las condiciones deberían cambiar radicalmente. Por un lado, el Barça tendría que rebajar sus exigencias, por otro, el Atlético tendría que estirarse más en la oferta.
La postura del futbolista es firme: quiere triunfar de azulgrana. No le asusta la competencia interna y considera que su evolución pasa por consolidarse en el Camp Nou. Desde el entorno rojiblanco se entiende la decisión, aunque se lamenta que las cifras hayan frenado una operación que podría haber beneficiado a ambas partes.
Mientras tanto, Laporta sigue sin rebajar el listón, Los 50 millones siguen marcados en rojo como valor mínimo para sentarse a negociar. Una cantidad que el Atlético, al menos por ahora, no piensa alcanzar, y así, la historia de este fichaje frustrado entra en pausa. El futuro dirá si las posturas se acercan o si todo queda en una oportunidad perdida, pero lo cierto es que, por el momento, la camiseta colchonera tendrá que esperar.