Lamine Yamal es la gran esperanza del proyecto de Hansi Flick. Tras una campaña de debut repleta de récords y liderazgo, ya porta el dorsal número 10 y se ha consolidado como el eje de un Barça que ha vuelto a ilusionar.

El club tiene depositadas muchas expectativas en su evolución. La dirección deportiva y el entrenador creen que Lamine puede marcar una era. Su energía, talento puro y conexión con la afición lo convierten en un referente para un Barça que busca recuperar su estatus mundial.
La fiesta de cumpleaños que encendió la polémica
Sin embargo, Lamine también fue protagonista en los últimos días por un motivo extradeportivo: la polémica celebración de su cumpleaños. La fiesta privada, celebrada en una villa exclusiva cerca de Barcelona, contó con la presencia de artistas, raperos, influencers y además figuras con enanismo. Esa decisión provocó fuertes críticas por parte de la ADEE, que anunció acciones legales y acusó al jugador de vulnerar derechos de personas con discapacidad.
La controversia dio pie a una investigación por parte del Gobierno español, que ha remitido el caso a la Fiscalía. Este episodio convirtió lo que debía haber sido una celebración privada en un escándalo nacional. Sin embargo, la realidad es que Lamine Yamal no hizo nada malo, pero Flick quiere poner algunas cartas sobre el asunto.
Flick impone una nueva norma en el vestuario
En respuesta a la polémica, Flick ha decidido instaurar una nueva regulación interna en el vestuario blaugrana. Desde ahora prefiere que no haya fiestas como esa y eventos privados de jugadores durante la temporada o en momentos clave.

Esta norma no impide la vida privada de los futbolistas, pero sí establece límites estrictos en relación a su proyección pública. Flick pretende mantener al equipo enfocado únicamente en el rendimiento y minimizar posibles distracciones.
El club busca centrarlos en lo deportivo
El Barça respeta la vida personal de sus jugadores y no bloquea sus derechos fuera del entorno deportivo. Sin embargo, como también informa El Nacional, el club desea rebajar las acciones de marketing que puedan afectar la imagen o el foco del equipo. Se busca que los futbolistas estén centrados en sus objetivos en el campo, retirando cualquier elemento que distraiga al equipo.
La gestión de la situación apunta a proteger la imagen del jugador y del club, respetar la intimidad individual, y al mismo tiempo reforzar un mensaje de compromiso. La renovación del código interno es el primer paso visible de esta nueva política de control y disciplina.