Un jugador de fútbol con uniforme de entrenamiento negro y logos visibles extiende los brazos en un campo deportivo.

Acoso y derribo a Lamine

Lamine Yamal, como máximo estandarte del presente y futuro azulgrana, sufre desde hace meses una campaña de desprestigio

Es demasiado difícil de digerir. Después de décadas en que el antibarcelonismo ha padecido en carne propia la obra y milagros de un tal Leo Messi, resulta que tras la marcha de este aparece una nueva perla en la cantera culé. Lamine Yamal es zurdo, conduce con el balón pegado al pie, marca las diferencias haciendo mejores a sus compañeros y se ha convertido en un ídolo de masas. Demasiadas similitudes con los inicios del astro argentino. Y todo ello, incluso, a una edad más prematura. En su primer año en la élite, evidenció que tenía un futuro más que prometedor por delante. Y tras conquistar la Eurocopa con la selección, y firmar un segundo curso estratosférico en el primer equipo azulgrana, ha quedado patente que el Barça tiene a un auténtico megracrack en la plantilla para la próxima década. Es decir, gran parte del madridismo comienza a revivir una pesadilla que parecía ya olvidada.

Un jugador de fútbol celebra quitándose la camiseta mientras un árbitro observa en el fondo.
Lamine Yamal con el Barça | @FCBarcelona

En este último año hemos vivido discursos completamente esperpénticos con un único fin; desprestigiar la figura de Lamine Yamal. Un vendaje en la mano era un indicio sospechoso de dopaje. Teñirse el pelo de rubio, cuando la mitad de los futbolistas lucen peinados de lo más estrafalarios, era una muestra de inmadurez. 4 meses sin ver puerta en Liga, a pesar de marcar en tres Clásicos y en los octavos, cuartos y semis de Champions, suponía motivo más que suficiente para poner en entredicho su calidad. Ser fotografiado junto a una chica 13 años mayor que él, resultaba un escándalo a nivel nacional. Y la última, sin duda la más polémica con diferencia, contratar a personas con enanismo para la celebración de su 18 cumpleaños, ha supuesto un auténtico terremoto mediático del que se han hecho eco todos los medios, dando pie incluso a que el Gobierno abra una investigación para averiguar si se vulneró la ley de la discapacidad en dicha fiesta.

No seré yo quien defienda esta práctica, pero dudo mucho que se abran este tipo de investigaciones cuando estas personas participan todos los fines de semana en despedidas de soltero masculinas y femeninas. O cuando ejercen como animadores en todo tipo de eventos, discotecas y fiestas privadas. Ofrecen un servicio, se les contrata para ello y cobran sus honorarios. ¿Políticamente correcto? Quizás no, pero en el caso de Lamine Yamal es una oportunidad inmejorable para seguir desprestigiando su imagen, tachándole de explotador y mezquino por incluir a personas con discapacidad en un acto de carácter festivo. El entorno del jugador haría bien en aconsejarle un cambio radical, una exposición más moderada de su persona dada su repercusión como futbolista top, pero eso no quita que nos formulemos la siguiente pregunta; ¿El escarnio sería el mismo si se tratara de un futbolista del Real Madrid?

Esto no ha hecho más que empezar. Mientras el FC Barcelona vaya viento en popa sobre el verde y el genio de Rocafonda siga dejando boquiabiertos a propios y extraños con su fútbol, el discurso será siempre el mismo. Cualquier detalle será idóneo para manchar la imagen del club y de su jugador franquicia, algo a lo que el aficionado barcelonista ya se ha habituado en las últimas décadas. El acoso y derribo a Lamine Yamal es completamente inevitable, algo que, por desgracia, solo puede combatirse con títulos y exhibiciones sobre el césped. Pero no lo duden, tal y como pinta este Barça y el futuro que tiene por delante su joven estrella, den por hecho que así será.