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Jugadores de fútbol aplaudiendo al final de un partido.

La derrota inevitable

Una plantilla corta, un aluvión de bajas y un calendario infernal son los factores que han acabado con la imbatibilidad

El FC Barcelona se dejó tres puntos importantes en El Sadar. El sábado Osasuna fue más Osasuna que nunca. Y el Barça mucho menos Barça de lo habitual. Los navarros volvieron a demostrar porque son uno de los mejores locales de la competición, mostrándose tremendamente intensos en todas las facetas del juego, ahogando a un conjunto azulgrana que en ningún momento se sintió cómodo sobre el césped rojillo. 

El cuadro de Vicente Moreno mordió durante 90 minutos, se aprovechó de la permisividad del colegiado y además demostró una pegada brutal en el plano ofensivo. Fueron demasiados factores contra los que luchar para un Barça en reserva. Flick tenía dos opciones en Pamplona; podía apostar de nuevo por su mejor once, arriesgándose a que la fatiga muscular pasara factura en ciertos futbolistas a tres días de un duelo vital en Champions. O podía poner sobre el verde una alineación de circunstancias, asumiendo el riesgo de perder puntos pero minimizando las posibilidades de seguir ampliando la enfermería culé.


El técnico alemán optó por la segunda vía. El Barça no anduvo fino en El Sadar y se dejó sus tres primeros puntos en liga. Pero la lógica nos dice que de no haber llegado la derrota el pasado sábado, esta tampoco hubiera tardado demasiado en darse. Y puestos a elegir, si hay que pinchar, que sea en la competición en la que tienes algo de margen, porque la Champions no perdona. El fondo de armario, el número de lesionados y el calendario nos hacen pensar que el tropiezo en liga estaba a la vuelta de la esquina.

Una plantilla más corta de lo habitual

Lejos quedan las temporadas en que la plantilla del primer equipo ofrecía múltiples posibilidades al entrenador de turno. Tras la pandemia, los problemas económicos y las cuestionables planificaciones deportivas han provocado que ser técnico de este equipo se convierta en todo un desafío. Cierto es que este factor favorece a uno de los grandes tesoros de este club; su cantera. Pero la obligación de alinear a los más jóvenes en encuentros de élite, por mucho que ejemplos como los de Lamine Yamal o Pau Cubarsí sean tremendos casos de éxito, inevitablemente supone correr riesgos.

Centrémonos en un caso concreto. Con el fondo de armario suficiente, puedes planear la incorporación paulatina al primer equipo de algún futbolista del filial. Pero con una plantilla justa de efectivos vas a tener que tirar de él en encuentros de una exigencia alta, lo cual puede afectar negativamente en su crecimiento deportivo. Sergi Domínguez no estuvo acertado en Pamplona, como el resto de compañeros. Pero quizás El Sadar no era el escenario adecuado para exponer a este joven talento, donde sabes que incluso los veteranos van a pasarlo mal. No obstante, la falta de efectivos te obliga prácticamente a exponerlo, para intentar evitar una sobrecarga de minutos de Íñigo Martínez antes de un partido de Champions. Resultado; en Pamplona, los experimentos, ya sean opcionales u obligados por las circunstancias, se suelen pagar caro.

Demasiadas bajas para seguir invicto

Hansi Flick ha obrado el milagro de acumular 7 triunfos consecutivos en liga, algo que parecía impensable tras el 0 a 3 encajado ante el Mónaco en el Gamper. Pero cada victoria cosechada suponía la pérdida por lesión de algún futbolista. Ante Osasuna, con Ter Stegen, Ronald Araujo, Andreas Christensen, Marc Bernal, Fermín, Dani Olmo, Frenkie De Jong y Gavi a disposición de Flick, probablemente la cosa hubiera sido diferente, pero no solo por la participación directa de estos futbolistas, sino porque el reparto de minutos en el primer equipo hubiera sido distinto, pudiendo alinear de inicio ante el conjunto navarro a Íñigo Martínez, Alejandro Balde, Marc Casadó, Raphinha o Lamine Yamal.

Las bajas en una plantilla corta son mucho más dolorosas. Motivo por el que en Can Barça han supuesto una losa demasiado pesada como para seguir invictos en liga. La buena noticia es que tras el parón por partidos internacionales que se avecina Flick podrá recuperar algunos efectivos. Si no cambia nada, de cara al trepidante duelo del Bernabéu, el conjunto culé podrá alinear un once de garantías.

Solos ante el calendario

Con una plantilla corta y numerosos lesionados, los futbolistas azulgranas han estado más solos que nunca ante un calendario que no hace prisioneros. Los partidos inter semanales, ya fueran de Champions o de liga, además de los compromisos con sus respectivas selecciones, han llevado a la extenuación a la mayor parte de los integrantes del primer equipo. Los aficionados se frotan las manos, tienen fútbol de élite en sus pantallas todos los días de la semana, pero esa misma sensación de júbilo juega en contra de los intereses de sus respectivos equipos. Más todavía si eres seguidor culé, y es que afrontando encuentros de máxima exigencia cada tres días con menos efectivos que nunca, lo más lógico es que el tropiezo acabe llegando.

La derrota en liga estaba a la vuelta de la esquina. Pudo llegar en Mestalla, en un partido gris de los azulgranas. También en Vallecas, donde Dani Olmo se estrenó salvando a su nuevo equipo. O incluso en Villarreal, donde el resultado fue de 1 a 5 pero el encuentro resultó mucho más parejo de lo que reflejó el marcador. Dadas las circunstancias, bastante han hecho Flick y sus jugadores en demorarla hasta la jornada 8. Si este equipo consigue alcanzar el parón del próximo domingo como líder y habiendo superado al Young Boys en Champions, podremos seguir hablando de una magnífica gestión por parte del técnico alemán. Y a partir de ese momento, con algunos lesionados de vuelta, al Barça se le podrá exigir de nuevo el máximo nivel.