El verano del FC Barcelona ha estado marcado por tensiones financieras y movimientos inesperados en el mercado. Sin embargo, uno de los capítulos más llamativos fue el interés que despertó Fermín en la Premier League. El canterano se convirtió en protagonista involuntario de una puja millonaria.
Tanto Manchester United como Chelsea trasladaron su interés de manera formal a los despachos azulgranas. Ambos clubes estaban dispuestos a desembolsar cerca de 80 millones por el centrocampista. Una cifra difícil de ignorar para una entidad que continúa condicionada por el ‘fair play’ económico.
El caso obligó al club a abrir un debate interno de gran intensidad. Para algunos directivos, aceptar semejante cantidad era la mejor manera de aliviar las cuentas. Otros, en cambio, temían perder a un jugador que había demostrado un potencial extraordinario.

Flick interviene con fuerza
En medio de la discusión apareció la figura de Hansi Flick. El entrenador alemán, que conoce bien el fútbol inglés, valoró con cautela la situación. Para él, Fermín había evolucionado de manera notable desde el inicio de la pretemporada.
El técnico había señalado dudas sobre el jugador al comienzo del verano, reconociendo que necesitaba verle en acción en contextos exigentes. Pero las semanas de preparación despejaron cualquier incógnita. Fermín demostró carácter, gol y capacidad de competir en un centro del campo sobrecargado de estrellas.
Ese crecimiento personal y futbolístico llevó a Flick a intervenir directamente en las conversaciones con la directiva. El entrenador trasladó su convencimiento de que desprenderse del canterano sería arriesgar demasiado. En su opinión, era un futbolista para marcar diferencias en el presente y en el futuro inmediato.

Presión económica y dudas internas
La tentación económica, sin embargo, fue muy grande. Ochenta millones de euros habrían permitido inscribir a todos los jugadores pendientes y reforzar posiciones necesitadas. Incluso algunos ejecutivos argumentaron que era la ocasión perfecta para equilibrar las cuentas y planificar la plantilla sin sobresaltos.
Además, la competencia en el centro del campo es feroz. Con Gavi, Pedri, De Jong y el emergente Marc Bernal, la posición de Fermín parecía cubierta de sobra. Esa realidad alimentó la idea de que, aunque dolorosa, la venta podía ser estratégica.
No era la primera vez que llegaban ofertas por el jugador. Semanas atrás, un club de Arabia Saudí tanteó su fichaje con una propuesta incluso superior. En esa ocasión fue el propio futbolista quien descartó marcharse, convencido de que su sitio estaba en el Camp Nou.
Con la Premier, sin embargo, el escenario era distinto. Jugar en el United o en el Chelsea representaba un salto competitivo indiscutible. Incluso en el vestuario blaugrana algunos compañeros se preguntaban si el canterano podría resistirse a semejante reto.

Decisión inminente
Durante varios días el Barça vivió con la incertidumbre instalada en cada conversación interna. Los directivos analizaban números, Flick insistía en su postura y el mercado avanzaba. El desenlace debía llegar antes del cierre del mercado estival.
En el entorno del jugador también se debatió mucho, Fermín, muy ligado sentimentalmente al Barça, no se planteaba forzar nada. Pero entendía que su futuro podía depender de lo que decidiera la institución. Su agente reconocía que la oportunidad era irrepetible.
Finalmente, la directiva tuvo que tomar una posición clara. El pulso entre lo deportivo y lo económico llegaba a su máximo. La presión de los clubes ingleses apretaba y el tiempo corría en contra de todos.
La decisión definitiva ya está tomada: Fermín no se moverá del FC Barcelona. Flick logró imponer su criterio y el club rechazó oficialmente las propuestas de 80 millones. El canterano seguirá de blaugrana, convertido en símbolo de que la apu