El FC Barcelona afronta un verano lleno de movimientos y decisiones que marcarán el futuro inmediato del proyecto. Hansi Flick ha dejado claro desde el primer día que no quiere jugadores por nombre, sino por rendimiento. Bajo esa premisa, uno de los fichajes más caros de los últimos años ha quedado seriamente señalado.
El técnico alemán ha demostrado ser un entrenador exigente y sin compromisos con la dirección deportiva ni con la presidencia. Cuando considera que un jugador no está a la altura de lo que requiere el equipo, lo aparta. Su prioridad es la competitividad, y en este caso, ni el precio pagado ha servido de escudo.

El futbolista en cuestión llegó con grandes expectativas y bajo la etiqueta de refuerzo diferencial para el Barça. Su fichaje costó 55 millones de euros, una inversión elevada para la situación económica culé. Sin embargo, el rendimiento en el campo y su fragilidad en momentos clave han puesto todo en duda.
La apuesta parecía justificada en aquel momento, ya que se trataba de un jugador con experiencia internacional. En su anterior club había demostrado ser capaz de decidir partidos importantes con calidad y determinación. No obstante, la realidad en Barcelona ha sido muy distinta, marcada por irregularidad y falta de continuidad.
Flick no perdona la falta de regularidad
Hansi Flick es un técnico que prioriza la intensidad y la disciplina por encima de cualquier otra característica. Considera que la regularidad en entrenamientos y partidos es innegociable y no está dispuesto a tolerar altibajos. Y precisamente ese ha sido el gran problema de este fichaje, que nunca ha logrado mantener estabilidad.
En varios partidos importantes quedó retratado al no responder en los momentos donde más se le necesitaba. Flick, que siempre recalca que “se juega como se entrena”, ha visto una falta de compromiso preocupante. Aunque en algunos encuentros mostró destellos de su enorme calidad, nunca fue suficiente para consolidarse como indiscutible.

Lo más grave, según apuntan desde el vestuario, es que esas dudas han generado incluso cierto desconcierto entre compañeros. Algunos jugadores consideran injusto que haya tenido tantas oportunidades pese a no rendir al nivel esperado. Y ese ambiente de favoritismos es exactamente lo que Flick quiere desterrar de la plantilla desde su llegada.
Por eso, el técnico ha decidido apostar por alternativas dentro del propio equipo, como jóvenes canteranos que aprietan fuerte. Su confianza en futbolistas formados en La Masia contrasta con la falta de paciencia hacia las estrellas irregulares. En esta línea, el alemán ya ha dado instrucciones claras a la dirección deportiva respecto a este caso.
El mercado ofrece una salida inesperada
Lo que parecía un problema sin solución podría convertirse en un alivio para la directiva azulgrana. El Bayern de Múnich estaría dispuesto a recuperarlo por 55 millones, la misma cifra de su fichaje. Una operación que permitiría al Barça recuperar la inversión y corregir un error de planificación evidente.
En Alemania se asegura que el club bávaro ve con buenos ojos su regreso para reforzar la plantilla. Con contrato en vigor todavía por varios años, el Barça vería con alivio la oportunidad de hacer caja. La operación beneficiaría a todas las partes: al jugador, que volvería a un entorno conocido, y al club catalán.
Mientras tanto, Flick ya piensa en cómo redistribuir minutos entre las piezas que considera realmente imprescindibles para su sistema. El alemán quiere un equipo versátil, competitivo y sin fisuras que pueda aspirar a todo desde la primera jornada. Y para eso, dejar atrás decisiones equivocadas es un paso que no puede retrasarse más.

El nombre del señalado
Durante semanas se había especulado con la identidad del jugador que no convencía a Flick. Algunos apuntaban a incorporaciones recientes en defensa o ataque, pero el problema estaba en otra zona del campo. La respuesta, finalmente, es clara: Dani Olmo es el futbolista con el que el Barça quiere romper este verano.
El internacional español llegó procedente del RB Leipzig como gran apuesta de Joan Laporta. Sin embargo, las lesiones constantes, su fragilidad física y la irregularidad en los partidos más exigentes han minado su continuidad. Ahora, Flick no tiene dudas: prefiere perder a Olmo y recuperar la inversión que seguir esperando milagros.
El Bayern ya prepara el terreno para su regreso, mientras el Barça se prepara para cerrar un capítulo amargo. Si la operación se concreta, el club culé habrá aprendido que gastar 55 millones no siempre garantiza éxito. Para Flick, desprenderse de Olmo es la forma más clara de enviar un mensaje al vestuario.
