La llegada de Hansi Flick al banquillo del Barça ha supuesto un cambio de paradigma en el vestuario. El entrenador alemán ha implantado una disciplina férrea que ha devuelto la exigencia y la seriedad a los entrenamientos. Los jugadores lo saben bien: el que no cumple, se queda automáticamente fuera de los planes.
Ese mensaje lo dejó muy claro desde su aterrizaje en el Camp Nou el pasado verano. Flick cogió un equipo tocado, sin hambre, y en pocos meses lo devolvió a la senda ganadora. Con trabajo, intensidad y disciplina ha logrado que el Barça vuelva a competir como exige la historia del club.

En este nuevo contexto, no hay lugar para privilegios ni jugadores intocables, aunque en la etapa anterior fuera distinto. Xavi Hernández tenía algunas piezas a las que trataba con especial cuidado pese a su rendimiento irregular. Flick, en cambio, ha querido acabar con cualquier atisbo de favoritismo interno en el vestuario culé.
La norma es clara: el que no entrene al máximo nivel no tendrá minutos sobre el césped. Ese principio no entiende de jerarquías, edades ni de pasado en el club, solo de presente y compromiso. Y precisamente por esa exigencia, Flick ha tomado una decisión que ha sacudido al barcelonismo.

Un toque de atención público y directo
La tensión se desató en un entrenamiento reciente en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, cuando Flick detuvo la sesión. El alemán no toleró una acción que consideró inaceptable y no dudó en señalar al responsable. La intensidad, para Flick, es una obligación diaria y no admite relajaciones bajo ninguna circunstancia.
El jugador en cuestión había mostrado una actitud pasiva en las tareas defensivas planteadas por el cuerpo técnico. En lugar de corregir la situación discretamente, Flick quiso mandar un mensaje al grupo en pleno entrenamiento. El técnico fue contundente: “Con esa actitud solo perjudicas al Barça”, llegó a espetarle delante de todos.

Ese gesto fue recibido con sorpresa por varios compañeros, acostumbrados a un trato muy distinto con el señalado. Algunos futbolistas comentaron después que era la primera vez que veían al míster tan duro con él. Sin embargo, Flick consideró que era necesario poner un límite antes de que fuera demasiado tarde.
La reacción del vestuario fue inmediata: todos entendieron que el nivel de exigencia sería máximo a partir de ahora. Nadie podrá esconderse bajo la etiqueta de intocable ni esperar un trato preferente en el día a día. La igualdad, al menos en la mirada del alemán, será absoluta en el proyecto deportivo culé.

Adiós a un jugador marcado por la irregularidad
El señalado fue durante mucho tiempo uno de los jugadores de confianza de Xavi Hernández. El técnico egarense apostó fuerte por él, incluso cuando sus constantes lesiones lo alejaban del ritmo competitivo deseado. Aun así, siempre acababa teniendo minutos, aunque no estuviera en plena forma.
Flick no comparte esa visión y prefiere priorizar la fiabilidad por encima del estatus o la trayectoria. El alemán ha dejado claro que no se puede construir un proyecto sólido con jugadores intermitentes. La meritocracia es su única hoja de ruta y no piensa traicionarla bajo ningún concepto.

El jugador en cuestión, además, afronta un futuro incierto en el club a nivel contractual. Su vinculación expira en 2026 y, de momento, el Barça no ha dado señales de ofrecerle una renovación. La dirección deportiva, de hecho, lo tiene en la rampa de salida de cara a este mercado.
Los próximos días serán determinantes, pues varios equipos europeos han preguntado ya por sus servicios. El Barça espera recibir una oferta cercana a los 30 millones para dar el visto bueno a su traspaso. Aunque Flick lo ha apartado, la decisión final dependerá de lo que pongan sobre la mesa los interesados.
El damnificado definitivo
Y es que, finalmente, el jugador que ha quedado señalado por Flick no es otro que Andreas Christensen. El danés, considerado “niño mimado” de Xavi, no encaja en la nueva idea de máxima intensidad del alemán. Sus problemas físicos y la irregularidad de las últimas campañas han terminado condenando su papel en el equipo.
El central llegó como agente libre procedente del Chelsea y se convirtió en un comodín muy útil para Xavi. Sin embargo, con Flick no ha conseguido mantener el nivel y se ha quedado claramente relegado en la rotación. El técnico alemán considera que su aportación es insuficiente y que, con su actitud, “solo perjudica al Barça”.
El Barça escuchará ofertas en este mercado y todo apunta a que su etapa en el Camp Nou se acerca al final. Flick ya le ha cerrado las puertas y la dirección deportiva está dispuesta a dejarlo salir al mejor postor. Una muestra más de que, bajo el mando del alemán, no existen intocables ni favores heredados.
