Cuando el Barça anunció su fichaje, el entorno azulgrana se dividió. Algunos lo vieron como una joya en bruto, un talento con proyección que podía marcar época. Otros, entre ellos Xavi Hernández, pidieron paciencia.
El técnico catalán nunca terminó de confiar. Aseguró desde el principio que no estaba listo para competir al máximo nivel. Ni por físico, ni por mentalidad, ni por carácter.
Mientras muchos se dejaban llevar por el entusiasmo, él era uno de los pocos que pedía cautela.

Una oportunidad que nunca llegó
El jugador fue incorporado con la etiqueta de promesa. Se le comparó con leyendas del club por su técnica y visión de juego. Pero las oportunidades reales con el primer equipo fueron mínimas.
Xavi prefirió llevarlo con calma. Lo dejó en un segundo plano, sin forzar una adaptación que él sabía que sería compleja. Y eso, en su momento, fue duramente criticado.
Decían que Xavi no confiaba en el talento joven. Pero el tiempo le ha dado la razón.

Con la llegada de Hansi Flick, algunos pensaron que cambiaría todo. Que el nuevo técnico podría recuperar su mejor versión. Pero nada de eso ha pasado.
Flick fue incluso más claro. Ni lo incorporó a la pretemporada del primer equipo ni lo valoró como opción real para competir. Desde el primer día, dejó claro que no entraba en sus planes.
El jugador fue cedido para buscar minutos… y ni así logró convencer.

Una cesión que tampoco funcionó
El club decidió cederlo a un equipo de Primera División. Querían que se curtiera, que sumara experiencia en un entorno más exigente. Pero la historia volvió a repetirse.
Arrancó con algunas apariciones, pero pronto fue perdiendo protagonismo. El entrenador le cerró la puerta sin rodeos. No encontró su sitio, ni en el campo ni en el vestuario, en los últimos encuentros, ni siquiera calentaba.

Nadie lo dice en público, pero en los despachos del Barça lo tienen claro. Fue una apuesta fallida. Y aunque el jugador aún tiene contrato, el club ya trabaja en su salida.
Se buscan ofertas, cesiones, incluso rescindir si no llega nada convincente, es un caso que quieren cerrar cuanto antes. Porque todos saben que, si se queda, no jugará. Ni Flick ni nadie dentro del cuerpo técnico cree en su recuperación.

El futbolista en cuestión es Pablo Torre. Una de las apuestas jóvenes que más ilusión generó y que menos ha ofrecido en el terreno de juego. Ni Xavi antes, ni Flick ahora, han creído en su potencial como pieza importante del Barça.
El club lo fichó para construir el futuro. Pero el presente ha demostrado que no sirve para el modelo actual del equipo. Su salida es cuestión de tiempo.
Y como tantas veces, Xavi ya lo vio venir mucho antes que todos los demás.