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Un hombre con traje y corbata se toca la cabeza con expresión pensativa frente a un fondo colorido.

Regalos a la oposición

Joan Laporta, con errores injustificables, ha dado alas a la oposición para que presente una moción de censura.

De acuerdo, las Navidades son época de regalos, pero quizás Joan Laporta se ha excedido con los presentes a quienes quieren su cabeza. Aquello de “al enemigo ni agua” no va con el actual presidente del FC Barcelona, que con situaciones que han rayado el ridículo ha puesto en bandeja a la oposición la más que probable presentación de una moción de censura. Los Víctor Font, Jordi Farré y compañía se frotaban las manos a cada minuto que transcurría durante la tarde del 31 de diciembre, mientras se complicaba la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor para el segundo tramo de temporada. Y ya ni les cuento cuando, poco después, la sección de basket, que no vive precisamente su mejor momento, se veía salpicada por otro escándalo como el del fichaje frustrado a última hora de Thomas Heurtel.

Ambas situaciones han sido motivo de sonrojo, y con razón, para el seguidor culé, que hace ya demasiado tiempo que no puede presumir de su barcelonismo. Y no me refiero únicamente al segundo mandato de Laporta, la cosa ya viene de mucho antes con la gestión de aquellos que dejaron en herencia un club en bancarrota. Porque no se reina en Europa desde hace ahora 10 años. Porque la liga conseguida hace dos temporadas, se logró tras no superar la fase de grupos en Champions. Y porque las otras dos ligas conquistadas más o menos recientemente, las cosechadas en las campañas 2017/18 y 2018/2019, llegaron tras dos bochornosas noches en Roma y Liverpool, las cuales a día de hoy todavía amargan la existencia del seguidor azulgrana en forma de terrores nocturnos. 

Y en medio del fuego cruzado que se avecina, como en cualquier guerra civil que les pueda venir a la cabeza, los más perjudicados serán los que menos culpa tienen. Los jugadores verán pasar las balas obligados igualmente a seguir haciendo su trabajo, teóricamente ajenos a que el barcelonismo pueda partirse en dos. Flick y los suyos lograron una victoria solvente en Barbastro, dejando claro que la situación convulsa que les está tocando vivir, de momento, no les ha afectado en lo deportivo, pero esto es muy largo y las aguas, lejos de calmarse, parece que van a empezar a bajar más revueltas que nunca. Precisamente lo que menos necesita un equipo joven, en plena construcción y con un técnico que apenas lleva 5 meses en el cargo.

Que nadie olvide que Laporta se está comiendo un buen marrón. Su gestión está dejando mucho que desear en diferentes aspectos, pero ante el panorama dantesco que quedó tras la covid, mantener el barco a flote suponía todo un reto. Antes del bochorno con los temas Olmo/Víctor y Heurtel, se podría decir que la marca Barça volvía a subir enteros. Pero es evidente que hay errores que jamás pueden tener justificación, sobre todo aquellos que dejan la imagen del club por los suelos, dañando el que es el mayor patrimonio del FC Barcelona; el amor propio de sus seguidores y socios. 

Sinceramente, veo muy complicado que la moción de censura pueda acabar prosperando. Para nivelar la balanza entre errores y aciertos, Laporta ha devuelto al equipo a la norma del 1/1, para poder fichar con normalidad. Arrancó el proyecto del nuevo Camp Nou y tacha semanas al calendario para que el aficionado culé pueda volver a la que es su casa. Y mantiene, por ahora, al equipo vivo en las tres competiciones importantes, con Flick y jóvenes canteranos como Lamine Yamal como principales reclamos. Veremos lo que sucede, pero lo que está claro es que el presidente del Barça ha jugado con fuego los últimos días y podría acabar quemándose. Jan, regalos a la oposición, los justos.