La búsqueda del heredero de Robert Lewandowski se convirtió en prioridad absoluta para el FC Barcelona desde hace meses. El delantero polaco cumplió 37 años este agosto y, aunque sigue rindiendo a gran nivel, su ciclo se acerca al final. Consciente de ello, Deco ha explorado el mercado internacional en busca del sustituto perfecto para 2026.
Entre los primeros nombres surgieron estrellas de talla mundial que parecían encajar en el perfil deseado por el Barça. Erling Haaland siempre estuvo en la cima de la lista, aunque su cláusula lo hacía inaccesible económicamente. Alexander Isak y Julián Álvarez también fueron objetivos prioritarios, pero sus clubes se remitieron a cifras inalcanzables.
La estrategia del Barça pasaba por encontrar un delantero con experiencia, capacidad goleadora y proyección inmediata en la élite. El problema apareció cuando comprobaron que los precios actuales del mercado resultaban absolutamente desorbitados e imposibles de asumir. Con una economía todavía en recuperación, Laporta no podía cometer otro error financiero.

Otros nombres también aparecieron en los informes preparados por la secretaría técnica durante las últimas semanas. Desde Gyökeres, referencia en Portugal, hasta Benjamin Sesko, joven promesa con gran cartel en Alemania, fueron opciones sondeadas. Incluso Luis Díaz llegó a ser ofrecido por su entorno, aunque no encajaba como delantero centro puro.
Todas estas operaciones se descartaron por el mismo motivo: el coste era demasiado elevado para las posibilidades actuales. El Barça sabe que debe moverse con inteligencia y evitar operaciones que comprometan su estabilidad futura. Por eso, Deco empezó a estudiar alternativas menos mediáticas pero con potencial de rendimiento inmediato.
Laporta también pidió expresamente que se buscara un perfil capaz de marcar diferencias desde el primer día. No bastaba con fichar a una promesa en crecimiento, se necesitaba alguien que garantizara goles de manera inmediata. Esa exigencia redujo todavía más las opciones sobre la mesa y aceleró la decisión final.

El precedente de Robert Lewandowski servía como referencia para todos dentro del club azulgrana. Cuando llegó procedente del Bayern, muchos dudaban de su edad, pero respondió con goles temporada tras temporada. Con 42 dianas en la última campaña, sigue siendo el líder ofensivo del proyecto de Hansi Flick.
Sin embargo, el Barça es consciente de que no puede esperar eternamente y debe planificar con antelación. De ahí la necesidad de asegurar un sustituto antes de que llegue el momento de la retirada definitiva. El área deportiva tenía claro que debía evitar la improvisación y trabajar con previsión.
La llegada de un nuevo delantero no solo busca cubrir el futuro, también pretende dar competencia interna. Flick valora la intensidad en los entrenamientos y quiere que Lewandowski tenga un relevo que le obligue a mantener el nivel. Ese factor competitivo también influyó en la elección final que se ha tomado.

De manera inesperada, el nombre que ha terminado imponiéndose no pertenece a una joven promesa emergente. Tampoco se trata de los Haaland, Isak o Julián Álvarez que acaparaban portadas en el mercado internacional. La dirección deportiva ha sorprendido a todos con una apuesta mucho más veterana pero igualmente eficaz.
El club ya ha dado luz verde a la operación y lo considera el gran fichaje ofensivo para 2026. Los informes deportivos lo avalan, los números lo sostienen y la experiencia juega claramente a su favor. En un mercado inflacionado, encontrar un delantero de este nivel supone una auténtica ganga.
La decisión está tomada: el Barça apostará por Harry Kane como sustituto de Robert Lewandowski a partir de 2026. El inglés, actual goleador del Bayern, llegará con 33 años y con cifras que lo convierten en garantía total. La operación recuerda inevitablemente a la de Lewandowski en 2022, un movimiento que marcó época en el Camp Nou.
