Ferran Torres afrontaba el nuevo curso con ilusión y la convicción de que sería un jugador importante. Después de un final de temporada brillante, con goles decisivos y actuaciones destacadas, se había ganado el respeto de todos. Sin embargo, lo que ha ocurrido este verano ha desmontado por completo sus planes.
El pasado año no comenzó bien para el atacante valenciano, que apenas contaba para Hansi Flick. Con trabajo y paciencia logró revertir la situación, ganándose un lugar como principal alternativa a Robert Lewandowski. Ese crecimiento hacía pensar que el siguiente paso sería convertirse en un pilar indiscutible.

Las promesas que generaron confianza
Desde la dirección deportiva, Deco le transmitió que el nuevo proyecto le daría más protagonismo que nunca. Flick también le comunicó que encajaba perfectamente en su esquema y que contaba con él. Estas palabras reforzaron su decisión de permanecer en el Barça, rechazando ofertas de otros equipos.
Ferran estaba convencido de que el verano serviría para reforzar su rol en la plantilla. Sin embargo, la pretemporada empezó a mostrar señales que no encajaban con lo que le habían prometido. Nuevos fichajes y cambios tácticos comenzaron a alterar el equilibrio en la delantera culé.
El momento clave llegó durante el Trofeo Joan Gamper, un escaparate ideal para ganarse la confianza del técnico. Con Lewandowski lesionado, parecía la ocasión perfecta para que Ferran asumiera la titularidad. Sin embargo, el plan de Flick iba en otra dirección.

El golpe más inesperado
El técnico alemán optó por alinear en punta a una de las incorporaciones más mediáticas del verano. Esta decisión dejó claro que el orden de preferencias en la delantera había cambiado por completo. Ferran tuvo que conformarse con ver gran parte del partido desde el banquillo.
Ese movimiento sorprendió incluso a algunos jugadores, que pensaban que el valenciano tendría más peso en este inicio de temporada. La actuación del nuevo delantero dejó claro que podía rendir también como referencia ofensiva. Esto complica todavía más las opciones de Ferran para recuperar su sitio.
La situación es un golpe emocional para un jugador que había apostado fuerte por seguir en Barcelona. A nivel deportivo, ahora se enfrenta a un escenario mucho menos favorable del que imaginaba en julio. Y lo más frustrante es que siente que no se le comunicó con claridad lo que iba a ocurrir.

Un ataque con pocas ventanas abiertas
La competencia en la zona ofensiva del Barça es feroz y no deja demasiado margen de error. Lewandowski sigue siendo la gran referencia, mientras Raphinha y Lamine Yamal parecen intocables en las bandas. El recién llegado ha demostrado que puede jugar en cualquiera de esas posiciones con garantías.
Ferran, que antes se veía como primer recambio del polaco, ahora ni siquiera tiene ese papel asegurado. Flick valora su trabajo, pero prefiere un perfil más vertical y físico para liderar el ataque. El valenciano es consciente de que necesita un golpe de efecto para cambiar la dinámica.
El debut liguero contra el Mallorca será una nueva prueba de fuego para medir el verdadero orden de jerarquías. Con Lewandowski todavía de baja, el técnico deberá elegir quién ocupa la punta de lanza. Esa decisión podría marcar el rumbo de la temporada para el ‘7’ azulgrana.

El desenlace que lo explica todo
En el vestuario, varios compañeros comentan que lo ven más serio y reservado desde el inicio de la pretemporada. Las promesas rotas y la falta de explicaciones claras han generado un evidente sentimiento de decepción. Sabe que si no es titular ahora, será muy difícil revertir la situación después.
Y todo tiene una razón: el lugar que antes ocupaba Ferran ahora lo tiene Marcus Rashford. El inglés, fichaje estrella del verano, se ha ganado la confianza absoluta de Flick. Para el valenciano, esto significa que el protagonismo soñado se ha convertido en una batalla cuesta arriba.