La lesión más temida se ha confirmado y sacude por completo el mercado de fichajes europeo. El Mundial de Clubes ha dejado consecuencias devastadoras para uno de los clubes más poderosos del continente. Su estrella cayó fulminada tras un mal giro de rodilla y el diagnóstico ha sido contundente.
Una rotura de ligamentos lo dejará fuera de combate durante toda la próxima temporada. El entrenador ha pedido una reacción inmediata para cubrir el hueco con una incorporación de garantías. Y la dirección deportiva se ha movido rápido para apuntar al perfil ideal.
En Barcelona ya hay preocupación, porque el jugador en cuestión no es uno más en la plantilla. Es joven, explosivo, formado en casa y muy querido dentro del vestuario. Y además, mantiene una relación especialmente cercana con Pedri, uno de los líderes del proyecto culé.
El efecto dominó que puede romper un vestuario unido
Desde hace semanas se intuía que varios clubes europeos seguían atentos la situación del jugador. Su rol bajo las órdenes de Hansi Flick no ha sido el esperado por el entorno ni por él mismo. A pesar de haber renovado, las dudas sobre su futuro han ido en aumento.
El interés de otros clubes no es nuevo, pero lo que ha cambiado es la urgencia. El club bávaro, tras la baja de Musiala, ha redoblado los contactos para acelerar su fichaje. Quieren un recambio que llegue listo para jugar, con ritmo, energía y proyección.
Y lo más importante: quieren un perfil con capacidad de llegar desde segunda línea y romper defensas por sorpresa. Justo lo que este jugador ha demostrado tener en los últimos meses cuando se le ha dado confianza. Una combinación que ahora mismo no abunda en el mercado.
El Bayern aprieta y en el Barça ya hablan de despedida
En los despachos del Camp Nou se esperaba alguna ofensiva, pero no tan clara ni tan rápida. La cifra que se maneja ronda los 60 millones de euros y podría incluir variables por objetivos. El club alemán está dispuesto a cubrirla sin pestañear si obtiene el "sí" definitivo del jugador.
Desde Alemania filtran que el acuerdo personal está muy avanzado, y solo falta que el Barça se pronuncie oficialmente. La directiva blaugrana sabe que no puede garantizarle el protagonismo que ahora mismo le ofrecen fuera. Y eso pesa cada vez más en la balanza del jugador.
Dentro del vestuario culé, hay quien empieza a despedirse en silencio. Su salida no solo sería una pérdida futbolística, sino también anímica. Porque perdería el mejor amigo de Pedri en el equipo y una de las conexiones más fuertes del grupo.
La Masia tiembla: uno de los suyos, con un pie fuera
Formado desde categorías inferiores, su historia es de las que emocionan a cualquier aficionado azulgrana. Luchó en el filial, se hizo fuerte en los entrenamientos, aprovechó cada minuto y respondió con goles importantes. No es un producto mediático, sino un futbolista forjado en el barro.
El Barça no quiere venderlo, pero entiende que las circunstancias pueden empujar a tomar una decisión difícil. Ya no es un secreto que varios miembros de la directiva verían con buenos ojos cerrar una gran operación. Y esta lo sería en todos los aspectos.
El Bayern no solo perderá a Musiala, sino que está decidido a llevarse al heredero perfecto. Uno que ya ha demostrado que puede rendir en grandes escenarios y que no se arruga bajo presión. Y por eso han elegido al que muchos llaman el "motor emocional" de la plantilla azulgrana.
El centrocampista andaluz, clave en la pasada temporada y oro olímpico con España, está en la rampa de salida. El Bayern ha decidido apostar fuerte por él tras la grave lesión de Musiala y su fichaje podría cerrarse en breve. El Barça, mientras tanto, se prepara para perder mucho más que un jugador: perderá a un símbolo silencioso… y al mejor amigo de Pedri.