Todavía no hemos alcanzado el ecuador del mes de julio y todo apunta a que este verano no va a ser muy distinto de los anteriores. La realidad es que en Can Barça hay muchas ganas de vender, pero muy pocos futbolistas dispuestos a marcharse. Y es que año tras año, allá por el mes de junio, se dibuja el escenario ideal para planificar el siguiente curso, poniendo encima de la mesa los nombres que interesa colocar en el mercado, ya sea porque pueden dejar una buena cantidad de dinero en las mermadas arcas del club o porque son jugadores con los que el entrenador no cuenta. Pero a la hora de la verdad, tanto unos como otros acaban siendo reacios a dejar la disciplina azulgrana.
A las puertas de que el nuevo Barça de Flick arranque la pretemporada volvemos a toparnos con un escenario que nos es más que familiar. El club dirigido por Joan Laporta necesita más que nunca realizar ventas millonarias para poder fichar este verano, pero no parece que los que vayan a llevar el cartel de “se vende” colgado en la espalda vayan a poner fácil su salida. No es nada nuevo, en las últimas décadas muchos han sido los jugadores que en junio estaban a la venta y que, un par de meses más tarde, ante la imposibilidad de que el club pudiera cerrar su venta, recibían una última oportunidad para intentar triunfar aquí.
No es de extrañar que el Barça no consiga su objetivo. Invita a marcharse a jugadores con contrato en vigor, con sueldos que en muchos casos van in crescendo con el paso de los años y que gozan de una inmejorable calidad de vida en una ciudad como Barcelona. Amenazarlos con la falta de minutos no es algo que surta efecto, pues ellos son perfectamente conscientes de que, aunque inicialmente no entren en los planes del entrenador de turno, tarde o temprano tendrán su oportunidad sobre el césped en una temporada cargada de partidos y donde las lesiones y las obligadas rotaciones están a la orden del día. En definitiva; tienen la sartén por el mango.
Coutinho y Dembélé, dos claros ejemplos
No hace falta tirar de hemeroteca para encontrar algunas últimas oportunidades concedidas en Can Barça. Philippe Coutinho y Ousmane Dembélé empezaron a perder valor de mercado desde el mismo instante en que se vistieron de corto para debutar con el conjunto azulgrana. Ya fuera por el bajo rendimiento de uno, por las contínuas lesiones del otro o incluso debido a ambos factores a la vez, cada verano asistíamos atónitos a cómo el club exploraba las posibles vías para recuperar parte de la estratosférica inversión realizada en ambos casos, para terminar siempre del mismo modo; concediendo una nueva reválida a los dos futbolistas ante la imposibilidad de deshacerse de ellos y rezando para que la campaña siguiente el rendimiento de ambos lograra revalorizarlos.
Ya sabemos como acabó el cuento. Al ex del Liverpool solo se le encontró una vía de salida, una cesión al Bayern Munich que acabó en drama con el doblete del brasileño en el sonrojante 2 a 8 que el club bávaro le endosó al Barça en la primera Champions post covid. Y su posterior venta al Aston Villa a cambio de una octava parte de lo que costó. Tampoco fue mejor con el ex del Borussia Dortmund, un jugador tan desequilibrante como irregular y frágil, alejado de valores tan básicos como la lealtad, la profesionalidad y el compromiso, que acabó traicionando con su salida low cost al PSG a la afición que tanta paciencia le tuvo durante nada más y nada menos que 6 temporadas.
Casos actuales
En el presente verano seremos testigos una vez más de cómo algunos nombres que se han colocado inicialmente en la rampa de salida reciben por parte del club una nueva oportunidad para triunfar en el Camp Nou. El nombre de Ferrán Torres ya sonó hace 12 meses como el de uno de los posibles traspasos que podían aliviar la delicada situación económica del club. Un año más tarde, y tras otra temporada gris del ex del Valencia y Manchester City, volvemos a situarnos en el mismo escenario, pero con el valor del jugador por los suelos. La irrisoria oferta de 15 millones realizada hace algunas semanas por el Newcastle así lo evidencian.
Lo mismo sucedió con Raphinha. El pasado verano se valoró la posibilidad de buscarle una salida y recuperar la inversión realizada, para ir en busca de un extremo con regate y desequilibrio, virtudes de las que no puede hacer gala el internacional brasileño, pero finalmente el ex del Leeds United siguió una temporada más en el club. Ahora vuelve a abrirse el mismo debate, donde parece tan claro que se tienen ofertas interesantes de Inglaterra y Arabia por él, como que el futbolista va a aferrarse a su contrato y no saldrá ni por activa ni por pasiva de Can Barça.
Y más de lo mismo con Ansu Fati. Su salida en forma de cesión a la Premier parecía que podría abrirle mercado allí, pero a la hora de la verdad el canterano culé ha vuelto a Barcelona con el rabo entre las piernas y la firme intención de hacerse un hueco en la plantilla de Flick. Otro caso más en que el club quiere intentar ahorrarse una ficha importante e ingresar algo por el jugador, pero tras la renovación millonaria realizada por Laporta hasta 2027 parece que estamos ante otro caso evidente en que el futbolista tiene todas las de ganar.
En los tres casos es muy probable que lo que eran posibles salidas a mediados de junio se conviertan en apenas unas semanas en una última oportunidad para el jugador. Conforme se acerque el inicio de temporada y el Barça se muestre incapaz de cerrar las ventas de estos y otros futbolistas, no quedará más remedio que contar con ellos y venderle a la masa social culé el cuento de siempre, el de que se espera que este sea por fin el curso en el que todos ellos rozarán la excelencia. Y por desgracia así deberá ser año tras año, ya que mientras la dirección deportiva siga sin dar en la diana con las nuevas incorporaciones, el FC Barcelona seguirá siendo el club de las últimas oportunidades.