Dos entrenadores sostienen las camisetas del FC Barcelona y del Real Madrid junto a un trofeo en un estadio.

Un Clásico con tres títulos en juego

Lo que suceda en la final de Copa jugará un papel fundamental en las aspiraciones del Barça también en Liga y Champions.

Ha llegado la hora de la verdad. Tras ocho meses de intensa competición, donde en diferentes etapas el FC Barcelona ha sido capaz de rozar la perfección y también de superar una crisis importante de resultados, llega el momento del asalto final a los títulos. El primero en apenas 24 horas disputando la final de Copa del Rey, el trofeo menos importante de los más importantes, pero que, ante la posibilidad de ganárselo al eterno rival, cobra una mayor relevancia. En La Cartuja, con todo el planeta muy pendiente de lo que suceda sobre el césped, se verán las caras azulgranas y merengues, que en tan solo 90 minutos, o 120 en caso de prórroga, deberán hacer méritos suficientes como para coronarse campeones del torneo del KO.

Sobre el papel es solo una final de Copa. Quien gane debería celebrarlo y quien pierda intentar pasar página lo antes posible, puesto que tanto unos como otros están inmersos en la lucha por trofeos de mayor envergadura. Pero dudo que vaya a ser así. Es muy probable que lo que suceda en Sevilla el sábado por la noche tenga influencia directa sobre lo que resta de temporada. Para el Barça, una tercera victoria sobre los de Ancelotti, y de nuevo con un título de por medio como sucediera en la Supercopa, puede ser un trampolín para creer ciegamente en la consecución del triplete. Para el Real Madrid, un triunfo contra todo pronóstico sobre los hombres de Flick, puede devolver la confianza a una plantilla blanca que, ganando en Liga en Montjuic, podría poner el campeonato al rojo vivo.

Así pues, en clave culé, en este Clásico copero puede que no solo haya un título en juego. Puede que conquistar esta Copa del Rey suponga también levantar una pequeña parte de la Liga y de la Champions. En las siguientes semanas, por supuesto, habrá que reafirmar esas sensaciones ganando partidos en el campeonato doméstico y también en el continental, pero creo a ciencia cierta que será más fácil que esto suceda si mañana, en La Cartuja, la copa acaba llevando unas tiras azulgranas colgando de sus asas. Entre otras cosas porque el conjunto de Flick es un equipo joven e inexperto, que por ahora no sabe lo que es digerir una derrota tan dolorosa como podría ser esta en caso de darse, y si se diera, tendría repercusión casi con total seguridad sobre lo que queda por jugarse.

En cualquier caso, pase lo que pase en la final de Sevilla, la presencia del FC Barcelona en esta finalísima, añadida al liderazgo en Liga y a estar en las semis de Champions, constatan que este equipo ha vuelto. Que a pesar de su juventud, de ser el primer año de Flick en el banquillo o de la imposibilidad por reforzarse dada la economía del club, el Barça está sabiendo competir como nadie. Y que todo esto es solo el comienzo, el inicio de una era que promete darnos muchas alegrías. La primera podría ser una Copa del Rey en la que habrá en juego no uno, sino tres títulos. Crucemos los dedos y esperemos que la balanza se decante del lado del fútbol.