Un jugador de fútbol celebra quitándose la camiseta mientras un árbitro observa en el fondo.

El trofeo de la ilusión

El Barça da por conquistado a mediados de marzo uno de los títulos más valiosos de la temporada; el trofeo de la ilusión.

La ilusión es uno de los motores de la vida. Sin algo que nos mueva, que nos aporte la energía suficiente para superar el día a día, es muy complicado alcanzar objetivos. Una sensación, la de estar ilusionados, que la afición culé había perdido en los últimos tiempos. Los bochornos europeos ante Roma y Liverpool, los problemas económicos tras la pandemia, el triste adiós de Leo Messi, el idilio del Real Madrid con la Champions, disputar la Europa League dos años consecutivos… Demasiados golpes anímicos en apenas una década como para intentar sonreír. Y eso que con la llegada de Xavi al banquillo del Camp Nou, el aficionado azulgrana pudo por fin esbozar una leve sonrisa. Se ganó una Liga y una Supercopa, lo cual tiene un mérito tremebundo, pero el equipo no transmitía la seguridad necesaria para pensar que se podía volver a lo más alto.

Se suele decir que las cosas hacen más ilusión cuando no te las esperas. Y creo a ciencia cierta que es verdad. Del Barça de Flick podíamos esperar mucho, pero siempre dentro de unos límites. Porque con un técnico recién llegado, una plantilla exageradamente joven e inexperta, la imposibilidad por hacer grandes fichajes y un eterno rival más reforzado que nunca, nadie en su sano juicio se atrevía a presagiar lo que estamos viviendo. Pero es una evidencia. De la noche a la mañana todo funciona a la perfección. El seguidor culé vuelve a sacar pecho, a presumir de equipo, de cantera, a disfrutar con el juego de los suyos. Algo que necesitaba como el comer y que ahora está saboreando al máximo con las exhibiciones de un grupo que parece llegar al tramo vital de la temporada en estado de gracia. 

De acuerdo, la ilusión como tal no puede considerarse un título. Pero en según qué situaciones puede llegar a tener más valor, si cabe, que cualquier trofeo de metal plateado. El seguidor culé, como no puede ser de otra manera, demanda alegrías en forma de conquistas. Ya sean Ligas, Champions o Copas del Rey necesita seguir sumando competiciones importantes al palmarés del club de su corazón. No obstante, si a principio de esta temporada hubieran tenido que elegir entre levantar alguna copa o volver a sentirse ilusionados, una buena parte de la masa social barcelonista se hubiera decantado por la segunda opción, porque sin títulos se puede sobrevivir, aunque cueste, pero sin ilusión no.

Está por ver qué desenlace tiene la historia de la temporada 2024/25. Puede que el Barça consiga engrosar su palmarés ganando alguna de las tres competiciones importantes, lo cual sería sin duda toda una proeza. O puede que el equipo llegué muy justo de fuerzas al momento cumbre del curso, y se quede por segundo año consecutivo con las manos vacías. Pero sea cual sea el escenario, al aficionado culé no podrán arrebatarle la maravillosa sensación de estar ilusionado con su equipo, de restar horas, minutos y segundos al reloj esperando impacientes ver a los suyos sobre el césped. Los Hansi Flick,  Szczęsny, Cubarsí, Iñigo Martínez, Balde, Pedri, Raphinha, Lamine y compañía han devuelto la sonrisa al seguidor barcelonista. Llegue o no algún título más, el trofeo de la ilusión ya puede darse por conquistado.