Los comienzos de curso siempre pueden generar dudas. Las piernas pesan tras las primeras semanas de trabajo, las altas temperaturas convierten los partidos en maratones y los planes del técnico, en ocasiones, todavía no han tenido el tiempo suficiente para implantarse. Afortunadamente para los intereses azulgranas, este no es el caso. El Barça de Flick no parece haber estado de vacaciones cerca de dos meses, dado que la puesta en escena en Mallorca fue igual de excelsa que la mostrada en los últimos partidos de la temporada anterior. Misma presión asfixiante arriba, mismo monopolio de balón en el centro del campo, misma intensidad a la hora de la recuperación y misma altura suicida de la defensa. Si algo te ha funcionado, para qué tocarlo.
El Barça sigue dando mucho de qué hablar en lo meramente institucional, pero nadie puede negar que en lo estrictamente deportivo no deja a nadie indiferente. En Son Moix, antes de que el colegiado decidiera ser el protagonista y dinamitara el encuentro, los de Flick habían hecho toda una declaración de intenciones. Lamine, con una versión incluso mejorada de la anterior, volvía loco a su par en todas y cada una de las acciones que intentaba por banda. Raphinha volvía a ver puerta con extrema facilidad. Pedri, junto a Frenkie de Jong, seguían manejando los tiempos del partido a su antojo. Balde volvía a ser un puñal por banda izquierda. Y el resto, con un juego coral más que destacable, ayudaban a que la maquinaria estuviera engrasada ya en la primera jornada de Liga.
Las dudas que podían generarse han quedado disipadas en un abrir y cerrar de ojos. Sí, el Barça ganó la temporada pasada un triplete nacional, pero ha evidenciado que sigue manteniendo intacto un apetito de títulos voraz de cara a este curso. El segundo año de Flick podía traer consigo una menor intensidad en el juego, debido a una plantilla algo más acomodada, pero visto lo visto en Mallorca, parece claro que el técnico germano ha sabido mantener enchufados a los suyos para que este curso lleven colgado el cartel de favoritos en todas las competiciones que disputen.

A todo esto debemos sumarle la llegada de Joan García. Después de todo el bochorno sufrido para zanjar su inscripción, parece que el guardameta de Sallent podrá empezar a mostrar los motivos por los que cualquier entendido lo postula, ya a día de hoy, como el mejor portero del panorama nacional. Cualidades no le faltan, entre las cuales resaltan unos reflejos felinos que recuerdan a los mejores cancerberos que existen y que han existido. En Mallorca solventó de manera correcta el poco trabajo que tuvo, aunque, de cara a futuros encuentros, de nuevo la defensa extremadamente adelantada que plantea Flick provocará que tenga que enfrentarse a más de un uno contra uno ante delanteros rivales.
La temporada 2025/26 ha dado el pistoletazo de salida y lo mejor, en clave Barça, es que nada ha cambiado respecto al mes de junio. Las virtudes del FC Barcelona de entonces siguen siendo las mismas a día de hoy, y eso, para los que hemos visto caer estrepitosamente a equipos que parecían tenerlo todo para marcar una época, tiene un mérito incalculable. Los de Flick han empezado el curso igual que terminaron el anterior, extremadamente enchufados. Toca mantener toda esa intensidad a lo largo de los meses, en una campaña plagada de desafíos donde, en muchos casos, el conjunto azulgrana es el rival a batir. Abróchense los cinturones, que la carrera ya ha comenzado.