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Un joven con traje negro y pajarita sonríe frente a un fondo con logotipos de Pepsi y Ballon d'Or.

No Lamine, no party

Los peores encuentros del Barça en ataque coinciden con la ausencia del joven canterano culé.

Nada dura eternamente. Ni tan siquiera el ataque total que venía demostrando el Barça de Flick en sus últimos partidos. El conjunto azulgrana había causado sensación goleando a todo el que se ponía por delante, daba igual si era en Montjuic o en todo un Santiago Bernabeu, si era ante un rival asequible o ante uno temible como el Bayern de Munich, la cuestión es que los goles caían uno detrás de otro y nadie parecía ser capaz de frenar dichas exhibiciones. Hasta que llegó la Real de Imanol Alguacil, un equipo que no está viviendo su mejor temporada, pero que demostró que cuando se ponen a ello juegan como los ángeles, con un equilibrio entre lo técnico y lo físico que dejó todo un recital en el Reale Arena.

Que la Real mereció ganar es completamente cierto. Que al Barça le faltaba su mejor hombre, o su mejor chico para ser más exactos, también lo es. Probablemente no le hagamos ningún bien al FC Barcelona ni a Lamine Yamal diciendo que con tan solo 17 años el joven canterano ya es el mejor futbolista de la plantilla, y que sin él el cuadro barcelonista queda huérfano en ataque. Pero es algo que resulta demasiado evidente como para negarlo. Quizás en muchas ocasiones la atención ha ido dirigida hacia Raphinha, que está haciendo un comienzo de temporada espectacular, o hacia “Lewy”, que está obteniendo unos registros anotadores que le devuelven a su mejor versión. Pero cuando la cosa se complica, a quien de verdad se echa de menos es al de Rocafonda. 

El Barça anduvo perdido en ataque en Anoeta. Sin ningún futbolista capaz de generar desequilibrio en el uno contra uno. La defensa de la Real no tuvo que padecer por las diabluras de Lamine en banda, las cuales obligan a ofrecer ayudas al lateral por parte del central o mediocentro, generando espacios que hasta ahora ha sabido aprovechar muy bien el Barça. Pero sin esa amenaza los de Flick fueron inmensamente planos, como lo sería cualquier equipo que tenga que atacar sin un futbolista con regate, con facilidad para marcharse de su par, cualidades que, por desgracia, en la plantilla culé solo tiene el bueno de Yamal.

Un jugador de fútbol celebra con entusiasmo en el campo durante un partido.
Lamine Yamal celebrando un gol | @FCBarcelona

Las casualidades no existen

Que el Barça coseche sus dos derrotas en liga con Lamine en la grada o en el banquillo es demasiada casualidad, ¿no creen? En Pamplona tuvo un merecido descanso, tras acumular numerosas titularidades en el inicio de la temporada, y al Barça le pasó factura sobre todo en el plano ofensivo, sin apenas importunar el marco navarro en toda la primera mitad. Tuvo minutos en el segundo tiempo, pero ya con el marcador muy cuesta arriba, con el equipo muy volcado al ataque y el encuentro roto. 

En la derrota en Champions ante el Mónaco fue titular, pero como el resto de sus compañeros quedó demasiado lastrado por la temprana expulsión de Eric García. Aun así, fue el autor del gol que casi permite sumar un punto al equipo, y fue el principal generador de jugadas de ataque en un día en el que tocaba correr por 11 a pesar de ser 10. Con inferioridad numérica, en Champions y fuera de casa Lamine también supo demostrar que es el futbolista diferencial que necesita este Barça arriba.

Dos jugadores de fútbol del FC Barcelona celebran en el campo con sonrisas y abrazos.
El Barça se está mostrando imparable | @FCBarcelona

Sin Lamine y sin recambio

En Anoeta quedó claro que una baja como la de Lamine Yamal tiene difícil solución. Por el talento indiscutible que atesora el joven futbolista y por la pocas opciones que tiene Flick a la hora de buscarle reemplazo. El centro del campo sí tiene numerosos efectivos, todos ellos con el nivel necesario para repartirse minutos en una temporada plagada de partidos. La delantera, en cambio, evidencia un salto cualitativo demasiado amplio entre los teóricos titulares y los llamados a ser menos habituales. Tal es así que el pasado domingo el técnico azulgrana tiró de un centrocampista con llegada para actuar de extremo, en vez de optar por uno de los atacantes suplentes de los que dispone en la plantilla.

Ferrán Torres ha disputado bastantes minutos esta temporada, hasta caer lesionado en el encuentro ante el Alavés en Mendizorroza, pero no ha convencido ni al cuerpo técnico ni a la afición a la hora de intentar asentarse como titular. Las bajas en el centro del campo obligaron a Raphinha a retrasar su posición, y de ahí que el ex del Manchester City dispusiera de varias oportunidades partiendo de inicio, pero su nivel está claramente por debajo del tridente titular. Ansu por su parte parece recuperado de sus problemas físicos, pero sigue muy alejado de su mejor versión. Puede que realmente se deba a la falta de ritmo, pero en mi opinión será difícil que podamos volver a disfrutar de aquel futbolista que parecía llamado a marcar una época en Can Barça.

Lo mismo sucede con Pau Víctor. El joven delantero puede actuar en diferentes demarcaciones, un factor que le podría haber reportado bastantes más minutos de los que ha jugado. Pero a día de hoy parece claro que su rol en el equipo es secundario, optando a tener presencia sobre el verde solo en los minutos finales de los partidos. Para más inri su única titularidad acabó con el batacazo culé en Pamplona.

La messidependencia generó en su día un auténtico debate en el seno de la afición azulgrana. Quizás sea muy temprano todavía, pero por lo que hemos visto esta temporada el equipo empieza a depender en demasía de la presencia de Lamine Yamal. Tener al mejor es algo de lo que poder presumir, mientras que no tener un suplente de garantías en la plantilla te deja en evidencia. Por ahora, y hasta que la economía del club permita reforzar el ataque, no Lamine no party.