Un jugador de fútbol con uniforme azul y rojo intenta anotar mientras el portero con uniforme amarillo se lanza para detener el balón.

Máxima y mínima puntería

El Barça de Flick no tiene término medio; o golea a sus rivales o sufre para marcar apenas un tanto.

Nadie en su sano juicio se atrevería a criticar a la delantera del FC Barcelona. Raphinha ha pasado de transferible a jugador franquicia en apenas seis meses. Robert Lewandowski vuelve a recordar a aquel delantero al que se le caían los goles en el Bayern Múnich. Y Lamine Yamal sigue demostrando que marcará una época en el conjunto azulgrana. Además, los números no mienten y son un auténtico escándalo. 65 goles en 24 jornadas de Liga. Un total de 7 dianas entre la semifinal y la final de la Supercopa. Otros 14 en tan solo tres encuentros de Copa del Rey. Y ni más ni menos que 28 tantos en 8 partidos de Champions. Lo dicho, una locura.

Es evidente, el Barça de Flick es una máquina en lo que a juego ofensivo se refiere. La voracidad de sus futbolistas permite una intensidad que desde el minuto uno doblega a sus rivales, generando ocasiones de peligro desde el pitido inicial. Pero la puntería no siempre acompaña. De hecho, en este equipo de tanto altibajo, la finura a la hora de finalizar acciones de gol también es un tanto drástica; o aparece por todo lo alto o no hace ni acto de presencia. Prueba de ello son los últimos resultados del conjunto culé en Liga. Empate a uno en Getafe, goleada al Valencia, victoria por la mínima ante el Alavés, de nuevo goleada al Sevilla y triunfo ajustado y sufrido frente al Rayo. 

Jugadores de fútbol compiten por el balón en un partido.
Partido frente al Rayo | @FCBarcelona

Cabe destacar que, a diferencia de lo ocurrido en noviembre y diciembre, cuando el FC Barcelona sumó tan solo 6 puntos de 24 posibles en el campeonato doméstico, ahora el conjunto de Flick sabe sacar adelante los partidos también cuando no está fino. Se podría decir que ha aprendido a ganar sin mostrar su mejor versión, algo que no sucedía cuando los tropiezos llegaban cada fin de semana. Y aunque el calendario hace subida, y en lo que queda de temporada vienen numerosos partidos de alto voltaje, que este Barça esté madurando en aspectos en los que antes estaba verde supone una gran noticia.

Poco más se le puede exigir a un equipo que en agosto era un mar de dudas y que ahora, pocos meses después, ha conquistado la Supercopa, es líder de la Liga, está en semis de Copa y ve la repesca de Champions desde el sofá de casa. Pero puestos a pedir, porque pedir es gratis y resulta todo un vicio al que la mayoría de seres humanos estamos enganchados, se podría suplicar una mejor repartición de los goles marcados. Los 114 tantos anotados por el Barça en 37 partidos oficiales dan una media de más de tres dianas por encuentro, una cifra que de confirmarse en cada choque, en vez de repartirse entre goleadas y resultados mucho más ajustados, no cabe duda de que se traduciría en títulos importantes a final de temporada. A la espera de que eso suceda, de momento, máxima y mínima puntería para los de Flick en los últimos encuentros.