Un hombre en traje levanta el pulgar en señal de aprobación con luces brillantes de fondo.

Cuidemos a Flick

Dos de los tres últimos campeones de la Champions están dirigidos por ex técnicos barcelonistas.

En Múnich se hizo justicia. El PSG tiene su primera Champions y Luis Enrique el reconocimiento que tanto se merece. La manera en que ha crecido el conjunto francés de la mano del técnico asturiano ha sido un espectáculo, en lo táctico y también en lo físico. Lucho ha logrado lo que nadie imaginaba, que el colectivo pasara a ser el núcleo de un equipo terriblemente individualizado. Tuvieron que marcharse Neymar, Messi y, finalmente, Mbappé para que los parisinos fueran la envidia futbolística del continente, dejando de lado grandes nombres para dar paso a una plantilla comprometida a muerte con el trabajo y las directrices de su entrenador. El éxito del ex técnico azulgrana debe servir también para llevar a cabo una pequeña reflexión interna, puesto que podría haber ocupado durante más tiempo el banquillo del Camp Nou, pero acabó saliendo por la puerta de atrás tras tres temporadas al frente del equipo culé.

Ídem de ídem con Pep Guardiola. Hace ahora tres temporadas el de Santpedor lograba llevar al Manchester City a la conquista de su primera Champions, una competición que se le había resistido desde que había abandonado Barcelona. Otro capitán de barco que, desde que se marchó de Can Barça, ha demostrado año sí y año también que allí donde va lo hace acompañado del éxito. Una gran parte de la afición blaugrana tiene muy claro que el entrenador “sky blue” es el técnico ideal para ocupar el banquillo del Camp Nou, y sueña con que algún día Pep regrese a la que es su casa. Sin embargo, tras cuatro majestuosas temporadas al frente del equipo, Guardiola dio por finalizada su etapa azulgrana, en lo que supuso también un importante varapalo para el seguidor culé.

El entrenador Pep Guardiola, de pie en el escenario de la gala The Best de la FIFA, recibiendo un premio
Pep Guardiola | @ManCityES

Curiosamente, tanto Lucho como Pep, firmaron sendos tripletes en su primer año como entrenadores del FC Barcelona. Algo que no ha logrado por muy poco Flick. A pesar de ello, el impacto que ha tenido la llegada del alemán a Can Barça se asemeja mucho al que tuvieron sus predecesores. En los tres casos cogieron las riendas de un equipo falto de alegrías, tocado moral y anímicamente, para levantarlo, y de qué manera, en su primer año al frente del mismo. Con ellos tres al mando, en apenas 365 días, el conjunto azulgrana pasó de ser un mar de dudas a convertirse en la envidia de todo el panorama futbolístico internacional. De modo que, si el club y su afición han aprendido algo, se hará lo imposible para que con Hansi no suceda como con Guardiola y Luis Enrique, y se evite así tener que contemplar cómo levanta una nueva Champions defendiendo otro escudo.

Hasta ahora es evidente que no ha habido motivos para criticar a Flick. Aunque es cierto que con la crisis de resultados de noviembre y diciembre, más de uno empezaba ya a tener la necesidad imperiosa de cuestionar los planteamientos del alemán. El entorno está ahí, ante eso poco se puede hacer, y aparecerá a la mínima que vayan mal dadas. Será trabajo del club y de la afición armar una coraza alrededor de un entrenador que puede ser el artífice de la nueva Edad de Oro del barcelonismo. El Barça tiene un técnico que, cuando nadie lo esperaba, ha devuelto al equipo a la élite, igual que sucedió con Guardiola y Luis Enrique. Esperemos que esta historia tenga un mejor final que las otras dos, y que la próxima Champions que levante Hansi sea al frente del FC Barcelona. Eso sí, para que eso suceda, habrá que cuidarlo un poco más que a Pep y a Lucho.