El FC Barcelona afronta los últimos días del mercado con una certeza clara: el equipo todavía necesita más. El triunfo en Son Moix frente al Mallorca sirvió para arrancar la Liga con buen pie, pero también dejó dudas. La plantilla está corta de recursos y Flick insiste en que falta un perfil desequilibrante en ataque.
La cesión de Marcus Rashford fue recibida con entusiasmo, pero no resuelve todos los problemas que tiene el técnico alemán. El inglés genera ilusión por nombre y trayectoria, aunque en el club admiten que no es una solución definitiva. Nadie sabe cómo responderá en un contexto de máxima exigencia y con tanta competencia por delante.

Un refuerzo inmediato, no un parche
Flick quiere un jugador contrastado que ofrezca rendimiento inmediato y encaje en la dinámica de juego azulgrana. En su opinión, la plantilla no puede depender únicamente del desborde de Lamine Yamal o de la inspiración puntual de Raphinha. Se necesita una pieza que aporte regularidad, desequilibrio y gol desde el primer día.
El Barça, tras varias reuniones con Deco y la comisión deportiva, ha llegado a la conclusión de que la inversión es ineludible. A diferencia de otros veranos recientes, ahora hay cierta capacidad para afrontar una operación importante. La clave ha estado en las posibles salidas, como las de Oriol Romeu o Iñaki Peña, que darán oxígeno financiero.
El club, además, sabe que la ventana no permite errores: no hay margen para experimentos ni cesiones improvisadas. Por ello, se ha puesto sobre la mesa un nombre que siempre ha gustado y que ahora está disponible. Se trata de un futbolista que ya conoce LaLiga y cuya adaptación sería inmediata al Barça de Flick.

Una cifra elevada, pero necesaria
La Real Sociedad ha insistido desde hace meses en que no dejará marchar a su estrella por menos de la cláusula. Sin embargo, las conversaciones avanzan y desde Barcelona ya se ha transmitido la intención de llegar a los 45 millones de euros. Es una inversión elevada, pero la dirección deportiva entiende que está totalmente justificada.
El jugador ha transmitido a su entorno su voluntad de dar un salto competitivo y probarse en un grande. Sabe que en Anoeta ya lo ha dado todo y que su techo está en un club de mayores aspiraciones. La posibilidad de compartir vestuario con algunos de los mejores jóvenes del mundo lo seduce de manera especial.
En el Barça ven la operación como un movimiento estratégico, que aporta rendimiento inmediato y futuro al mismo tiempo. Su juventud lo convierte en una pieza a largo plazo, mientras que su experiencia en España elimina riesgos de adaptación. Deco y Flick coinciden en que es el refuerzo ideal para reforzar una banda necesitada de desequilibrio.

El elegido de Flick
El técnico alemán ya ha dejado claro a la directiva que necesita ese fichaje para competir en todas las competiciones. La Champions League, sobre todo, exige disponer de una plantilla con alternativas y perfiles capaces de marcar diferencias. Un extremo creativo, con regate y capacidad goleadora, es exactamente lo que falta para completar el puzzle.
Las conversaciones con la Real Sociedad continúan, pero desde dentro del club transmiten optimismo: la operación está prácticamente encaminada. Los 45 millones parecen suficientes para convencer a la entidad donostiarra, que ya trabaja en sustitutos para no quedarse debilitada. Todo apunta a que el anuncio oficial será cuestión de días.
Finalmente, el secreto se desvela: el Barça está dispuesto a pagar 45 millones por Takefusa Kubo. El internacional japonés es la gran apuesta de Flick, quien lo considera el mejor refuerzo posible en este mercado. Con su llegada, el Barça espera haber encontrado el socio perfecto para Lamine y el complemento que tanto necesitaba.
